5.8.17

FLOAT UP


"Deambular para flotar mejor" José Villalonga

He estado paseando por algunos de los caminos que transité y que yo mismo construí y me sentí perdido. Todo me sonaba pero a nada pertenecía. Viajar al futuro de tu pasado es ir a un museo de tu nostalgia. Hay pasados cercanos por los que apenas ha pasado el tiempo pero en tu viaje de visita a tus (de)construcciones descubres, durante el trayecto, que todo ahora es distinto, que hay parte de aquello que erigiste ayer en tus obras de hoy; que somos un conjunto de pasos maldados deprisa y corriendo; una suma de casualidades imposibles, un acierto fruto de una suma de pequeños y periódicos errores que cometemos en diferentes escenarios, con diferentes actores. Pero que cometemos igualmente. Y los seguiremos cometiendo. Porque lo fácil es ir por el camino despejado. Pero nosotros siempre fuimos de ir por el río antes que por la carretera.

Se nos despejaron de nubes y nos lo invadieron los pájaros. Es lo que tiene abrir nuestros cielos. Ahora toca hacerse árbol, asumir que en un espacio tan grande siempre habrá pájaros volando aunque simplemente estén de paso. Cómo nosotros. Ahora toca aguantar las cosquillas que producen las patas de los colibríes, estos pájaros que hacen mucho ruido pero que, por fortuna, se van rápido. Ahora toca soportar el peso de los albatros cuya envergadura puede frenarnos en nuestros vuelos pero nunca debe detenerlos. Ahora toca, en definitiva, aceptar las raíces que salieron en los cuatro puntos cardinales del corazón y dejarnos crecer al ritmo del viento de las utopías.

Con el discurrir de los fracasos he dejado que los pájaros tomen aposento en la cornisa de mi felicidad bajo la única condición de que, ya que no cantan, tampoco pueden piar. Hemos ganado los dos. Ellos y yo. Ellos porque tienen una trinchera donde esconderse. Yo porque tengo un lugar donde comenzar la guerra. Ahora tengo el valor de mirarme al espejo y observando fijamente las ojeras me sonrío del barro que porto en las cicatrices de la piel. Nosotros, que crecimos a base de nadar contra las olas en una marejada. Nosotros, que maduramos a base de autodesengaños frutos de una interpretación míope de nuestra realidad. Nosotros, que luchamos por lo nuestro con la rebeldía cosmopolita y urbanita que llevamos tatuada en nuestras uñas como una tara del que nació en el lado cómodo y decidió seguir jugando, siempre con un lema claro: nos conformamos con lo justo de lo bueno y nada de lo malo. Nosotros, que avanzamos a base de tirar dados sin cincos que nos impedían sacar ficha propia en esta partida llamada vida. Y míranos ahora, que nos abrieron las puertas y nos acomodamos en nuestro castillo. Míranos ahora, con esta barba de tres siglos y esta piel tostada de tanto ir al sol a quemarnos. Míranos ahora, capaces de hacer funambulismo con los ojos cerrados sobre hilo de coser. Míranos ahora, que nos hacemos mayores a ritmo de guitarra con armónica, de cervezas y risas, de gotas de río que sobreviven a la desembocadura y se acostumbran a vivir a mar abierto. Míranos ahora, que conseguimos aquello que implícitamente firmamos mediante comunicación no verbal una de esas noches de verano en el pueblo bajo reflexiones y otras consideraciones menores: no hemos cambiado el mundo pero él tampoco a nosotros. Y nosotros siempre fuimos de conformarnos con el empate.

¿Qué quieres que te diga? Siempre será así. Cuando ya has conseguido dejar el rompecabezas listo, después de una tarea lejana y constante en el tiempo, y a falta de colocar la única y última pieza que da sentido a todo el caos ordenado que es el puzzle de tu confort vital, descubres que esa pieza aparecerá en el momento que menos te lo esperes y que seguramente no tenga la forma que encaja en el único hueco libre; dejando así el rompecabezas sin resolver y empezando uno nuevo cuya resolución se demorara por un largo tiempo en el que sentirás la adrenalina del que hace malabares con granadas. ¿Por qué cambiamos todo el rompecabezas por una sola pieza? Porque el rompecabezas solo tendrá sentido cuando esa pieza encaje.



Hablando de acertijos, ¿en qué ventrículo se aloja el amor?

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