31.10.15

CAMINAR


¿Qué hay de lo de siempre querido? ¿Cómo te trata la vida? ¿Cómo le tratas tú a ella? Te pido disculpas por la tardanza. Estuve ocupado entre viajes, sustancias y acertijos. Recién terminé de leer On the road, de Kerouac. Lo leí entre Argentina, Chile y Uruguay. Un pequeño homenaje al libro. Un libro que te atrapa y te invita en cada capítulo a salir y tomar el primer coche dirección al carajo. Sabes, en muchas ocasiones, durante la lectura, pensaba que tú eras Sal y que me contabas tú la historia. Era muy loco. Y hermoso.

La última carta que me mandaste me dejó pensando en dos cosas. La primera es que si al final saliste a dar una vuelta con aquella bicicleta. La segunda, me dejó analizando mi pieza y me di cuenta que no conocía mi (des)orden. Cada día descubro algo nuevo en mi pequeño cuarto. Es un juego muy divertido. Sobre todo a la noche, cuando cae la niebla y todo se ve diferente.

Di un vistazo rápido a mi cuarto y vi un búho saliendo de una lámpara que no se ve. A su lado, esta el AS de picas con gesto serio. Llevan varios días ahí vigilándome. No consigo comunicarme con ellos ni llego a entender si de verdad el búho sale de una lámpara o a dónde lleva la nube de humo en la que está apoyado y que se pierde donde la pared y el techo se unen.

Hay también un extraño ser que de día es transparente y de noche es amarillo. Aunque no siempre. Parece que hace poco estuvo por tierras orientales pues lleva en la cabeza un típico sombrero asiático de color negro y que desde que lo conocí nunca se lo ha quitado.

Hay más cosas en mi cuarto mágicas. Como la ventana. Por ella a veces me asomo y siento que vuelo y las luces borrosas del horizonte cada vez se ven más cerca pero los obstáculos que están cerca cada vez parecen más lejos. Pienso que la ventana invierte las distancias y es también una divertida forma de pasar el rato. Hay un momento, a veces, en el que ambas cosas, cerca y lejos, están a la misma distancia y me da por creer que soy un personaje en 2D por el que no pasa el tiempo.

Por lo demás, todo en orden. Llegué a un sendero con aproximadamente un millón de bifurcaciones y no se veía el fin pero acepté el reto y escogí al azar uno que tenía en sus costados signos de interrogación dibujados. Miles de ellos. No sé dónde voy. Sólo sé que lo pasó muy bien. Ya te contaré. Pero ya te digo que aprendí que todo es caminar.


Salud. Y cerveza

16.10.15

CALABAZA.

Tengo una bicicleta con una rueda rota en la esquina de mi pieza, junto al perchero y el armario. Es un armatoste naranja caramelo con las llantas de mostaza y se anuncia como la Calabaza de Orión, todo un escándalo.

Desde luego no es de mi talla, se ve como un juguete. Y si no fuera por la rueda y mi avería ahora mismo estaría pedaleando y no andando pedo y en calcetines, che, dónde hemos llegado.

La razón por la que te escribo esto es porque me he fijado en que me gusta que esté así, rota y bien rota. Y pensé que era importante que lo supieras.

Creo que la Calabaza de Orión tiene, al menos, tres marchas. Pero ya sabes que yo de eso no sé apenas y cojo el piñón de en medio y con las mismas subo o bajo a donde sea. Son cosas nuestras, no nos importa mucho.

De todas formas no sé si llegaré a llevarla al taller, porque antes tengo que comprar un acuario nuevo y mayor para la tortuga y también trasplantar esa rama que encontré, todo crece y, sabiéndome, va para rato.

Pero me paro a pensar y, espera, volvemos a la vieja ruda y pendeja rueda que encima está rota y que se ríe bajo el polvo del neumático dislocado. La veo por el rabillo y se me eriza la nuca y me molesta su sonrisa torcida y sus radios oxidados. Me asquea ese gesto encorvado con las pastillas de freno fruncidas y ese mirar de manillar por encima de la horquilla. ¡Vaya un velocípedo!

¿Cómo iba yo a cabalgar semejante rocín, tal artefacto? ¿Acaso no se ha convertido ya en un mero cartabón con sendos círculos en el bodegón que es mi pieza? ¿Y en qué me quedo yo, entonces, tornado simple pincel con cerdas por cabello y un herrete en el pescuezo?

¿Cómo iba a cabalgar siquiera, con este cuerpo que es de palo, tronco muerto, barnizado? ¿Cómo…? 

¡Cómo!

Como comprenderás, todo este asunto quizá me desquició. La rueda rota y ese rollo. La Calabaza en mi pieza, bajo la ventana, en pleno Ochobre. En fin. Todo benne. Cebá el mate.


Natalia Goncharova