5.2.15

SEHNSUCHT

Querido A. Testa (o quién seas cuando me leas):
  
     Perdona la tardanza en la respuesta. Estos días he estado muy desocupado. En primer lugar, quiero aclararte algo. Un pesimista nunca se rehabilita. Siempre está ahí. Sigo vivo sólo que callado. También he de decirte que en realidad soy un nostálgico y la nostalgia se asocia normalmente al pesimismo. Supongo que será por aquello de ‘cualquier tiempo pasado fue mejor’. Que puede ser verdad, no digo que no, pero una vez leí (y siempre pensé que iba dirigido a mí) que ‘el futuro puede verse negro pero no dejan de ser páginas en blanco’ y al final a uno le convencen de que lo mejor está por venir. Y ya que me hablas del Übermensh de Nietzsche; permíteme mencionarte otro término alemán que una vez encontré buceando por la Red: Sehnsucht. Esto sería, en resumidas cuentas, una nostalgia hacia el futuro (y no hacia al pasado); una búsqueda del corazón del ser humano hacia algo que no sabe que es. Es un término muy interesante que te invito a conocer más a fondo si es que aún no lo conoces.
                
     En cuanto a la cuestión que me planteas respecto a niños y adultos te comento que es una cuestión interesante y compleja de responder que me ha tenido varios días dándole vueltas al coco. Podría tirar de citas para responderte pero sería escurrir el bulto y esto no se trata de eso. Al final, la conclusión que extraje fue que depende de quién cumple los sueños. A un niño, por su falta de independencia respecto a tantas cosas, le cumplen los sueños. No dependen de él que sus anhelos se cumplan o no. Sin embargo, un adulto no. Un adulto cumple sus sueños. Se fija sus objetivos y trabaja (o no) para cumplirlos. En ese momento, en el momento en el cuál tus sueños los cumples tú (aunque sea ayudado por otros) y no los cumplen por ti; en ese momento dejas de ser un niño y te conviertes en adulto. Porque cumplir sueños no es ningún juego.
                
     Respecto a las otras cuestiones; no podría decirte que parte del niño se desvanece ni qué porcentaje debemos mantener. Lo que sí puedo decirte son aquellas particularidades de niños que no podemos perder de adultos. Me refiero, principalmente, a dos aspectos: por un lado, a esas ganas terribles que tienen los niños en buscar el porqué de las cosas que provoca ese asombro continuo en el tiempo; todo es nuevo, todo es increíble. Y, por otro lado, a mantener un poco la irracionalidad en los actos (desde el punto de vista positivo de la irracionalidad). En este último punto, para dejarlo más claro, me remito a Luke Rhinehart cuando escribió que:

“De niños se acepta con la misma facilidad ser buenos o malos, americanos o comunistas. Y sin embargo, a medida que la cultura va moldeándonos, acabamos insistiendo [cuando somos adultos] en desempeñar un solo tipo de papel: o bueno o malo”.
                
     Cambiando ya de tema, te cuento algo muy curioso que me pasó el otro día. Verás, me monté en un autobús urbano y cuando alcé la vista me di cuenta de que no conocía a nadie; de que no había visto a toda esa gente en mi vida. Nunca me había pasado. Me sentí como si estuviera, no sé, en Bagdad. Y aquella extraña sensación me llevo a pensar en la cantidad de vidas y de historias que viajan en un autobús urbano. En serio. Piénsalo por un momento. ¿Cuántas historias van montadas en un autobús (o en cualquier otro transporte colectivo) y cuántas de esas historias estarán interrelacionadas entre ellas tejiendo una complejísima red de historias de vida? Y, tras eso, me puse a pensar también en la cantidad de vidas y de historias que esconden cada una de las luces que se ven en la ciudad cuando el sol ya hace un tiempo que se ha ido. Todas esas ventanas que vemos iluminadas en la noche esconden cosas que seguramente nunca sabremos pero que, y no sé si a ti te pasa, me atrae de una manera casi adictiva; el hecho de contar historias de vida de gente como tú y como yo. Somos tantos, tan diferentes. Es apasionante. ¿No crees?
                
     En fin, te despido dejándote esta pequeña reflexión y esperando que en tu próxima misiva me cuentes también un poco que piensas tú sobre el paso de niño a adulto. Es un tema interesante, cuánto menos. Espero, también, que no te aburra el giro continuo de esta noria que es la vida y que disfrutes de la subida y de la bajada, a partes iguales. Y si, que suene la música. Alguien dijo que “cantad, siempre cantad, porque la muerte es el silencio”.
                                                                             

                        
                     

5 de febrero de 2015, Buenos Aires



1 comentario:

  1. Nadie debería cumplir sus sueños. Yo digo, los sueños te encadenan. El deseo te esclaviza y no se es capaz de actuar libremente. El adulto consciente debe rechazar esos sueños como parte de un yo intrascendente y perecedero y pasar a lo que llaman estado superior de consciencia.

    En el momento en el que ese anhelo, el sehnsucht, desaparece. Todo el sufrimiento que provoca también se va con el, dejando solo lo que ES. Curiosamente siendo una tarea que podemos hacer desde el sofá de nuestra casa es también la más difícil de todas a las que el ser humano se puede enfrentar. La superación de la propia naturaleza, llegando al todo a través de la nada.

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