A
veces nos paramos a pensar, sin darnos cuenta de que como mejor se piensa es,
de hecho, caminando. Y está bien, sí, estirar las piernas y desatorar las
articulaciones, despejar la mente, cambiar de entorno, de contorno, ya sabes,
no sé si me explico.
También
pienso que está sobrevalorado todo aquello de pensar, cuando tenemos mate que
cebar, pinzas para tender y ventanas para asomarnos. Como si fuéramos a solucionar algo sólo pensando. Las tortugas son felices con que apenas salga el sol y míranos a nosotros, nadando con el hocico aplastado
contra el cristal y con la cara empapada del que no sabe nadar.
Lo
espinoso, al fin y al cabo, es marcharse. Yo aún recuerdo cuando empaqué todos
mis amuletos y, bueno, en fin, que hoy me bebo una cerveza a tu salud y que acá
o acullá da igual, no vamos solos aunque no nos veamos.
Camina,
camina y no busques caminos. Que sean ellos los que persigan, desalentados, el
redoble de tus pasos. Que sean ellos los que se entrelacen a través de ti, los
que se confundan, los que se pierdan por tus veredas.
En
verdad, Chasc, tú eres un oasis. Estoy encontrado de conocerte.
25 el 25.
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