Camarada Chasc:
A menudo me he sentido sehnsuchtizado y, no sé qué decir; en esos momentos todo sonaba a
alemán y ya sabes que yo de alemán no tengo ni idea. Supongo que toda esa
nostalgia por un futuro soñado no es más que la despistada consciencia de un
presente mal tejido. No sé si me explico. Si somos hacedores de nuestro propio
presente con vistas a un futuro más o menos utópico, sufrimos de sehnsucht cuando, sin saber cómo ni por
qué, nos damos cuenta de que no estamos haciendo con nuestra vida lo que
nuestro corazón nos dicta. Hace un buen tiempo escribí un pequeño cuento de un
tipo llamado Juan:
Juan hizo una pequeña maleta de viaje dentro de su cabeza, apenas era un hatillo con unas cuantas mudas limpias y tres pares de calcetines y aquel recuerdo pequeño que no pesaba nada. Abrió la escotilla que está justo en la cocorota (que sólo se puede abrir desde dentro) y trepó por ella con relativo esfuerzo para coronar su coronilla con tal impulso, que levitó un buen rato sobre el remolino para irse a posar de puntillas en la punta del pelo más alto, donde rebotó como si fuera un trampolín y subió y subió y llegó a donde todo queda lejos.
El Grande Juan siguió haciendo lo que de costumbre: compraba el pan en la panadería, calentaba agua para los espaguetis, bebía cerveza en la travesía del patín y todos los etcéteras que pueden ocurrirle a uno un día cualquiera. Pero el Grande Juan se aburría ya de todo aquello y por eso se le olvidaban las cosas.Juan siguió subiendo y subiendo y viendo su vida subir sin vivir sintió miedo. Agarró las esquinas de su chaqueta para extenderla como las alas de un murciélago y así se detuvo cerca de la región de las aurículas y los ventrículos. Sístole: ¿Dónde está ella, la pieza que encaje con Juan? Diástole: Juan es uno en varios idiomas, además, seguro que ella está por ahí cerca, en la Tierra.El Grande Juan se sienta en el retrete un par de veces al día y lee las noticias deportivas, algo le hace cosquillas por detrás de las orejas y es que el Grande Juan sabe que debería estar haciendo lo que le gusta.Juan salió disparado en otra dirección y en un parpadeo se asomó por la pupila. ¡Ay, Grande Juan! —se lamentó— ¡Si es que no te puedo dejar solo ni un momento!
Con respecto a tu sentencia de “Porque
cumplir sueños no es ningún juego” no puedo evitar disentir. Me inspiro en una
interesante definición de juego que dejó Cortázar: “Porque un juego, bien mirado,
¿no es un proceso que parte de una descolocación para llegar a una colocación,
a un emplazamiento —gol, jaque mate, piedra libre? ¿No es el cumplimiento de
una ceremonia que marcha hacia la fijación final que la corona?”. Básicamente,
lo que quiero decir con esto, es que prácticamente cualquier cosa podría ser
considerada como un juego, ya sabes, hacer algo con el fin de, o no hacer nada
para nada; todo es un juego. Esto es un punto importante en la filosofía del
joroschó, ese libro que escribirá Mr. Testa en cuanto le salga una larga barba
blanca y arrugas y hongos en torno a sus ojos. Y es que, ya que estamos aquí,
procuremos divertirnos, ¿no?
Ya me conoces, Chasc, a mí me gusta escurrir
el bulto. Esta vez, y a modo de despedida, pues hoy me encuentro algo
distraído, te dejo dos textos que espero disfrutes. Algo de la sabiduría
prestada de Ángel Zapata y Anthony Burgess.
“la adolescencia es ese prólogo en estado de duermevela que hay que ponerle a la vida adulta, esa incesante adivinación de sí, hambrienta de visiones, de corroboraciones, y de nuevos indicios. Luego se tarda en entender, si alguna vez se entiende, que la vida se escurre como una luz cansada en esta misma sucesión de bocetos y prólogos, en esta miopía de estar poniendo a cada poco ojos de hucha, de estar contorneando con la mirada esa figura intacta de uno mismo que sólo existe a días, a retales, a trozos, de querer ver lo que no puede verse. Porque el adolescente es la verdad insospechada del adulto”.
“(…) Y sentí un bolche1 agujero dentro de mi ploto2, que me sorprendió incluso a mí. Comprendí lo que estaba sucediendo, oh hermanos míos. Estaba creciendo. Sí sí sí, eso era. La juventud tiene que pasar, ah, sí. Pero en cierto modo ser joven es como ser un animal. No, no es tanto ser un animal sino uno de esos muñecos malencos3 que venden en las calles, pequeños chelovecos4 de hojalata con un resorte dentro y una llave para darles cuerda fuera, y les das cuerda grrr grrr grrr y ellos itean5 como si caminaran, oh hermanos míos. Pero itean en línea recta y tropiezan contra las cosas bang bang y no pueden evitar hacer lo que hacen. Ser joven es como ser una de esas máquinas”.
1bolche:
grande
2ploto:
cuerpo
3malenco:
pequeño, poco
4cheloveco:
individuo
5itear:
ir, caminar, ocurrir
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